miércoles, 12 de mayo de 2010

Críticas de Paula Rusquellas

Las poesías de Gustavo Sterczek, polaco de ascendencia, eslavo de origen tal cual le gusta definirse a el mismo, tienen el enorme valor que da la atemporalidad. Pudieron ser escritas ayer o el siglo pasado. Gustavo se identifica primero, como polaco, en sus primeras obras escritas cronológicamente hablando, pero luego, mentalmente parece haber nacido y vivido en Serbia, Ucrania, Eslovenia, Ucrania o cualquiera de las naciones que nombra. Como eslavo, puede plasmar las notas más emotivas de cualquiera de estas con la misma intensidad que describe su tierra polaca.

Esa es precisamente, una de las ideas centrales y logros de esta obra, reflejar mediante la poesía la idea de hermandad entre todos los eslavos.

El autor se posa en Leningrado, en Croacia, en los montes Cárpatos, en la planicie búlgara…su obra sobrevuela no solo espacios geográficos, con el terrible apego e intensidad que los eslavos dan a su tierra, sobrevuela por sobre todas las cosas los espacios históricos enormemente trágicos, que marcaron a sangre y fuego el destino de estas naciones, no solo unidas cultural, histórica, geográfica y étnicamente, si no que además, están unidas en el dolor. No importa si hablamos de serbios, rusos, ucranianos, polacos…el destino de tragedia histórica ha unido a todas estas naciones, forjando entonces un espíritu común, duro, obstinado, indomable, luchador…eslavo.

Parece lograr una concentración tan profunda que parece sencillamente haber estado allí, cuando habla de su Polonia, de la proeza de la batalla de Monte Casino, del genocidio ucraniano, de esa patria eslava, fragmentada, dividida, atomizada, enfrentada, pero de ninguna forma perdida, Gustavo rescata los valores esenciales, del hombre eslavo, de la mujer, del pueblo, del pueblo eslavo que baila con la fuerza con que lucha…

Esta obra es la conclusión de catorce años de búsquedas, que también coinciden con grandes búsquedas personales relacionadas precisamente con su origen y con sus familiares en Polonia, catorce años buscando los temas de inspiración, las notas exactas, la emotividad necesaria para escribir y transmitir esos mismos sentimientos.

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